viernes, 4 de abril de 2014

¿Cuantas vidas salva el casco obligatorio?

Que el casco ciclista puede salvarte la vida en un momento dado es algo evidente, tan evidente como que el chaleco salvavidas también puede hacerlo, aunque a nadie se le haya ocurrido todavía hacer dicha prenda obligatoria para bañarse en la playa (pese a que en las playas españolas mueren ahogadas mas de 150 personas todos los años).

Lo que no es tan evidente es que el casco ciclista obligatorio salve vidas

Así dicho parece una contradicción: Si el casco salva vidas, hacerlo obligatorio salvará muchas mas ¿No? Pues no.

¿Por qué?

Pues, entre otras razones, porque la bicicleta es un vehículo saludable cuyo mero uso (con o sin casco) salva vidas. Y esto es perfectamente cuantificable. La OMS ha desarrollado una metodología para ello, llamada HEAT for walking and cycling, que permite cuantificar en "muertes evitadas al año" el efecto del uso de la bicicleta (y del caminar) por parte de la población. Usando esta herramienta, que es de libre disposición, se han podido cuantificar, por ejemplo, los beneficios para la salud del Bicing de Barcelona, o de la red de carriles-bici de Sevilla

Por otro lado, el casco obligatorio es una carga adicional que se impone a los ciclistas y, como cualquier carga adicional que se imponga sobre una actividad supone un freno para dicha actividad. Dicho de otro modo, el casco ciclista obligatorio conlleva inevitablemente un descenso en el uso de la bicicleta. Y ello conlleva, a su vez, que haya personas que pasen a usar otro vehículo menos saludable y/o mas peligroso para sus desplazamientos.

Así que todo depende de si las muertes evitadas por el incremento del uso del casco a consecuencia de su obligatoriedad, compensan o no el perjuicio para la salud pública que supone el descenso en el uso de la bici que dicha obligatoriedad conlleva. Es así como la obligatoriedad del casco puede resultar contraproducente, a pesar del hecho de que el casco reduce el riesgo de morir o de padecer un accidente grave para los ciclistas que lo usan voluntariamente. De hecho, incluso las campañas agresivas a favor del casco, pueden resultar contraproducentes si dan una imagen de la bicicleta como vehículo peligroso que desincentive su uso.

Así pues, si somos capaces de cuantificar el descenso en el uso de la bicicleta producido por la obligatoriedad del casco, estaremos en condiciones de poder debatir acerca de sus efectos (positivos o negativos) para la salud pública. Y para ello ¿Qué mejor que preguntar a los propios ciclistas? Esto es lo que hemos hecho en el SIBUS, en nuestro estudio Previsión del impacto de la obligatoriedad del casco ciclista en Sevilla Hemos preguntado a mas de 500 ciclistas, entrevistados de modo aleatorio en las calles de Sevilla, acerca de cual sería su respuesta a una hipotética obligatoriedad del casco ciclista en las vías urbanas. El resultado del estudio ha sido concluyente: habría un descenso en el uso de la bicicleta privada del 26%, que se incrementaría hasta el 40% para la bicicleta pública. Teniendo en cuenta que el reparto porcentual del uso de ambos tipos de bicicleta es del 75-25% aproximadamente, una simple regla de tres permite prever un descenso global en el uso de la bicicleta del 30% como consecuencia inmediata de la imposición del casco ciclista obligatorio.

Al llegar aquí, se suele argumentar por parte de los partidarios del casco ciclista obligatorio que, tras un tiempo, el uso de la bicicleta tiende a recuperarse. Pero se trata de un argumento falaz, pues nada asegura que ese supuesto incremento tras la caída se produzca. Ni que, si se produce efectivamente, no se hubiese producido de todos modos en ausencia de la obligatoriedad del casco, lo que nos hubiera llevado a su vez a cifras mayores del uso de la bicicleta, etc...

Así pues, estamos en condiciones de hacer una primera evaluación de las consecuencias negativas para la salud pública del casco obligatorio, al menos en Sevilla. Nuestro estudio Investigación del uso de la bicicleta en Sevilla de 2011 cuantificaba, usando la metodología de la OMS, el impacto positivo del uso de la bicicleta en el equivalente a 24 muertes evitadas al año. Un 30% de descenso en el uso de la bicicleta supone una reducción de dicha cifra en 0.3x24=7,2 muertes anuales. Pero parte de los ciclistas que dejaran de usar la bicicleta lo harían para caminar mas, lo que tiene un efecto protector similar al pedaleo. Por tanto, dicha cifra habría que reducirla a su vez en el porcentaje de ciclistas que se pasarían al caminar. Podemos admitir que dicho porcentaje es similar al de los ciclistas que antes de usar la bicicleta simplemente caminaban, un 28% según nuestro estudio ya citado. En consecuencia pasaríamos de 7,2 a (1-0,28)x7,2=5,2 muertes evitadas menos al año como consecuencia de la imposición del casco obligatorio.

Por tanto, para que el casco ciclista obligatorio tuviese efectos positivos en la salud pública, el número de muertes por accidente de tráfico evitadas al año debería ser al menos superior a 5,2. 

En Sevilla, según un estudio reciente, se producen al año no mas de 150 accidentes registrados en los que haya participado algún ciclista, de los que no mas de 10-11 resultan en lesiones graves (es decir, lesiones que implican hospitalización por mas de 24 horas según la definición de la DGT). Usando las medias estatales podemos estimar que, de estos accidentes, no mas del 35% implican lesiones en la cabeza que sean susceptibles de ser evitadas por el uso del casco. Es decir que, como máximo, tendríamos una reducción del número de lesionados en la cabeza de 0.35x150=52.5, y del número de lesionados graves de 0.35x11=3,85 al año. Usando de nuevo las medias estatales, podemos estimar que por cada ciclista accidentado se producen aproximadamente  0,005 fallecidos por lesión cráneo-encefálica, así que a las cifras anteriores habría que añadir 0.005x150=0.75 fallecidos menos al año. Ello suponiendo que el casco evitara todas las lesiones, que ningún ciclista llevara casco antes de la implantación de la Ley y que los ciclistas que abandonen el ciclismo urbano lo hagan para usar otros modos al menos tan seguros como la bicicleta, suposiciones todas ellas irreales aunque favorables a una evaluación positiva del los efectos del casco.

Para comparar estos efectos positivos con los efectos negativos, evaluados en 5,2 muertes evitadas menos al año, hay que traducir las lesiones leves y graves a muertes evitadas, ya que algunas de ellas podrían resultar en muertes a corto, medio o largo plazo, que habría que contabilizar también como "muertes no evitadas". Un estudio reciente de la Universidad de Münster utiliza las siguientes equivalencias: 0.13 muertes evitadas por cada lesión grave y 0.01 muertes evitadas por cada lesión leve. Así pues el número de muertes evitadas al año por el casco obligatorio se podría cuantificar en, como mucho:

0.01x(52,2-3,85) + 0.13x(3,8-0.75) + 0.75 = 1.19

Por tanto, el casco ciclista obligatorio tendría un efecto negativo sobre la salud pública de la ciudad de Sevilla, cuantificable en 5,2-1,9 = 3,3 muertes evitadas al año menos.

No pretendo, ni mucho menos, sacralizar esta cifra, que podría ser inexacta. Simplemente quiero mostrar que, a partir de los datos de que disponemos en la actualidad, resulta evidente que es imposible deducir de un modo riguroso ninguna ventaja para la salud pública de la imposición del casco ciclista obligatorio. De hecho, las diferencias obtenidas entre los beneficios y los perjuicios de dicha regulación son tales, que permiten concluir que un análisis mas riguroso, que tomara en cuenta todas las variables, no daría resultados cualitativamente distintos. Sólo desde la óptica miope de los que no ven las ventajas de la bicicleta para prevenir las enfermedades coronarias, la obesidad y el sedentarismo - y no miran mas allá de la mortalidad inmediata producida por los accidentes de tráfico- se puede defender dicha medida. Y aún así, los beneficios son tan escasos que cabría preguntarse si no se trata de una medida del todo desproporcionada