domingo, 20 de octubre de 2013

La DGT no quiere que los niños jueguen en la calle

La Dirección General de Tráfico (DGT) acaba de colocar en la web una "Guía del Peatón" en la que una simpática abejita da consejos a los niños y niñas acerca de como andar por la calle.

En la primera viñeta de lo que no se debe hacer (columna de la derecha) el bocadillo de la abejita dice "en la calle no juegues en la acera, puedes molestar a los demás peatones". La voz de la abejita es aún mas categórica: "no juegues en la calle" sentencia.

Así que ya lo sabéis, queridos niños, no debéis jugar en la calle. Lo dice la DGT, la principal autoridad de tráfico de este país.

Y es que las aceras, según la DGT, no son sitios para jugar. Así, en el Artículo 121.3 del vigente Reglamento General de Circulación se dice:

Todo peatón debe circular por la acera de la derecha con relación al sentido de su marcha, y cuando circule por la acera o paseo izquierdo debe ceder siempre el paso a los que lleven su mano y no debe detenerse de forma que impida el  paso por la acera a los demás, a no ser que resulte inevitable para cruzar por un paso de peatones o subir a un vehículo.

Queda claro que el cumplimiento de todas esas obligaciones es incompatible con la actividad de jugar, que inevitablemente supone (sobre todo entre los niños y niñas) desplazarse según trayectorias que, al no iniciado, le parecerán erráticas y sin sentido, o incluso detenerse de forma que impida el paso por la acera a los demás (al menos a los demás compañeros de juego o a alguno de ellos).

¿Donde deben jugar los niños, entonces?. Esto es algo que va mas allá de nuestras competencias, pensarán en la DGT.

Para la DGT la calle es, ante todo, un espacio circulatorio, cuya principal función es la de permitir la circulación de los vehículos a motor. Desde ese punto de vista, la presencia de niños en la calle es un dilema difícil de resolver, porque por definición un niño es un irresponsable (jurídicamente hablando) de comportamiento impredecible, al que no cabe pedir cuentas por el incumplimiento de las normas de tráfico. Así que, en vez de educar a los conductores para que tengan en cuenta la presencia de estos irresponsables de comportamiento impredecible en las calles, mejor los eliminamos de ellas. ¿Y que mejor manera de expulsar a un niño de un sitio que impedirle jugar?

No saben en la DGT (o no forma parte de "sus competencias" saberlo) que la calle es también y sobre todo un lugar de relación, y que una sociedad que expulsa a los niños de sus lugares de relación es una sociedad enferma. Tampoco saben ni quieren saber que la calle es un importante ámbito educativo, donde los niños comienzan a socializarse.

Tampoco saben (o no quieren saberlo) que unas calles sin niños son mas inseguras que unas calles con niños: mueren mas niños de pasajeros en los automóviles de sus padres que niños caminando por la calle. Por no hablar de como el sedentarismo incrementa los índices de obesidad de los niños en la sociedad moderna.

Tampoco han leído a Francesco Tonnucci en la DGT, ni conocen su proyecto "La ciudad de los niños". Si lo hubieran hecho sabrían que "La calle es peligrosa porque no hay niños"



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Y no al revés....


miércoles, 9 de octubre de 2013

Un aborto de reforma

Pocas dudas caben de que en España hace falta una reforma en profundidad de la Ley que rige desde hace 25 años la convivencia en la vía pública y que tiene el revelador título de "Ley de bases sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial." Es decir, una Ley que pone en el centro de su atención el tráfico (no la accesibilidad) y la circulación (no la movilidad) de los vehículos a motor (no de las bicicletas y mucho menos de los peatones), así como la seguridad vial (que, visto lo anterior, queda reducida a la mera enumeración de una serie de medidas paliativas de una situación objetivamente insegura).

Así que el anuncio realizado por el Ministerio del Interior de reformar dicha Ley debería ser motivo de alegría. Hacía falta, aunque sólo fuera para no hacer el ridículo como país en el concierto de los demás miembros de la UE, una reforma en profundidad de la Ley que pusiera el foco en la accesibilidad (no en el "tráfico") y en la movilidad (no en la "circulación") de todos los usuarios de las vías públicas (no solo de los "vehículos a motor"), dando prioridad además a peatones y ciclistas por su valor intrínseco como modos de transporte beneficiosos para la sociedad (por múltiples motivos que no nos detendremos a enumerar ahora). Una reforma que manejase un concepto activo de la seguridad vial, concebida como la creación de las condiciones para que estar y moverse en el espacio público no fuera peligroso para nadie. Para empezar, habría que haber cambiado el propio título de la Ley, transformándola en una "Ley de accesibilidad, movilidad y seguridad vial" o algo parecido.

Lamentablemente no ha sido así: el Ministerio del Interior nos ha ofrecido un proyecto de "reforma" redactado aprisa y corriendo, sin debate social, con veraneidad y alevosía. La "reforma" - por llamarla de alguna manera - se limita a retocar algunos artículos de la Ley vigente, sin entrar en la necesaria reforma de su filosofía.

La propia finalidad de la "reforma" es espúrea. Se trata simplemente de dar cobertura legal al error garrafal cometido por la DGT a principios de año, al pretender obligar a los ciclistas a llevar casco en ciudad, cuando la vigente Ley (o mas bien otra reforma "ad hoc" de la misma del año 2003), sólo autorizaba a imponerles esa obligación en vías interurbanas.

Eso es todo. Al Ministro se le da una higa la necesaria modificación de una Ley cuyo mismo título debería hacerle enrojecer. Lo único que le preocupa, al parecer, es dar cobertura legal a la última ocurrencia de la DGT para hacer aún mas complicado el uso de la bicicleta en las ciudades españolas... y para tolerar velocidades de 130 km por hora en algunas autopistas.

Si no, ¿Como se explica que la "reforma" de la Ley se produzca después (y no antes) del anuncio de un proyecto de reforma del Reglamento que debería desarrollarla (el Reglamento General de Circulación, RGC), y que su alcance se limite, prácticamente, a dar cobertura legal a algunos extremos ya contenidos en dicha reforma del RGC? ¿Como explicar, si no, las prisas con que se presenta la "reforma" de la Ley, batiendo el record - ya difícil de superar - de falta de diálogo establecido por la propia DGT con su abortada reforma del RGC?

Por eso afirmo que estamos ante un  verdadero aborto (en su acepción de interrupción o cese de una acción o proceso) de reforma. Un aborto que, como todos los abortos, tiene como consecuencia retrasar aún mas el proceso que aborta: la necesaria reforma en profundidad de la vigente Ley de Tráfico.

Ante esta esperpéntica situación, con un Gobierno que presenta una reforma de una de las leyes que mas afectan a la vida cotidiana de sus conciudadanos con el único objetivo de dar cobertura legal al patinazo de uno de sus departamentos, solo cabe pedir la retirada del proyecto de "reforma" y pedir que las cosas se hagan como es debido, no solo en las formas, sino también en los contenidos. 

Promueva el  Ministerio del Interior una Reforma de verdad - con mayúsculas - de la obsoleta "Ley de bases sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial", tomémonos el tiempo que necesitemos para ello, que la tarea no es baladí. Y si, en el interín, algún funcionario o funcionaria se queda sin realizar el "sueño de su vida", pues que le vamos a hacer.

Mientras tanto, pidamos la retirada inmediata de este aborto de reforma.