Ahora que parece que la campaña de culpabilización de los ciclistas acerca de su elevado nivel de siniestralidad vial arrecia de nuevo, con estudios como el recientemente presentado por el Centro de Estudios Ponle Freno de la Fundación AXA, financiado por Atresmedia (descargar aquí) y que ha tenido notable repercusión en los medios de comunicación de masas (ver reseña en El Mundo), resulta oportuno hacer algunas reflexiones acerca de la eficacia de las políticas de seguridad vial que se llevan a cabo en España en relación con los ciclistas.
Pocos colectivos han sufrido en los últimos años mayor presión en lo que respecta a nuevas normas de seguridad. Concretamente, desde el año 2004, los ciclistas están obligados a portar casco en carretera, además de prendas reflectantes que se añaden a los timbres, catadióptricos, luces delanteras y traseras y demás accesorios de seguridad de las bicicletas. Mas recientemente, con la aprobación de la nueva Ley de Tráfico, la obligatoriedad del casco se ha extendido a los menores de 16 años en todas las vías públicas y, si por la DGT fuera, ahora mismo llevar casco sería obligación universal. En el mismo periodo, se han propuesto medidas como obligar a los ciclistas a obtener un permiso especial de circulación, matricula, seguro obligatorio, etc...
¿Cual ha sido el resultado de toda esa presión? Resulta ilustrativo comparar la evolución de los ciclistas fallecidos por accidente de tráfico (la mayoría de ellos en carretera) con la evolución de los automovilistas fallecidos por la misma causa. Esta comparación se muestra en la Figura siguiente, en la que, para facilitar la comparación, se muestra el porcentaje de muertos en relación a la cifra máxima del periodo (que se toma, por tanto, igual a 100).
Si bien es cierto que hay un notable descenso de la siniestralidad ciclista, no lo es menos que, a partir de 2004, fecha en la que se inician las agresivas políticas de seguridad hacia los ciclistas mencionadas, el ritmo al que desciende el número de ciclistas fallecidos no ha experimentado ningún incremento adicional. En cambio, sí que se ha incrementado de manera sustancial el ritmo al que desciende el número de automovilistas fallecidos por accidente de tráfico. Ello ha sido, como es sabido, consecuencia de políticas de seguridad también agresivas: reducción de las cotas de alcoholemia permitidas, carnet por puntos, etc...
La conclusión que podemos sacar de estos y otros datos similares es que las políticas de seguridad vial diseñadas desde la DGT a partir de 2004 han resultado efectivas para los automovilistas, pero han sido en cambio un completo fracaso para los ciclistas. Fracaso que se trata de enmascarar con estudios de siniestralidad ciclista como el referido, que obvian la razón fundamental de la accidentalidad ciclista, que es el deficiente diseño de las vías públicas desde el punto de vista de la seguridad de los ciclistas.
Medidas de seguridad agresivas que impliquen obligaciones y cargas adicionales para los conductores pueden resultar eficaces en un contexto en el que las vías públicas se diseñan adecuadamente para los vehículos en cuestión, y en el que el peligro para los conductores de los vehículos proviene fundamentalmente de su propio comportamiento al volante.
Pero cuando, como en el caso de los ciclistas, éstos se ven obligados a circular por vías públicas diseñadas de un modo deficiente desde el punto de vista de su seguridad y, además, el peligro para ellos no proviene fundamentalmente de su comportamiento durante la conducción, sino del comportamiento de los demás vehículos presentes en la vía pública, entonces las medidas que solo inciden en el comportamiento de los afectados tienen una utilidad marginal, si no nula por completo.
Esta es la razón por la que las políticas de seguridad vial dirigidas a los ciclistas en España, a diferencia de las políticas de seguridad vial dirigidas a los automovilistas, han resultado y siguen resultando un absoluto fracaso. Empeñarse en tales políticas, endureciendo aún mas las normas de circulación para los ciclistas, solo sirve para frenar el desarrollo de la movilidad en bicicleta en nuestro país, sin que de ello se deduzcan mejoras sustanciales para la seguridad vial de los ciclistas.
Esto es algo que los usuarios de la bicicleta no solo sabemos por propia experiencia, sino que además reclamamos con insistencia. Así, el mismo estudio citado mas arriba, en su apartado titulado "así usamos la bicicleta", incluye una encuesta en la que los ciclistas reclaman "garantizar la seguridad de las vías" como primera medida para fomentar el uso de la bicicleta y para ello exigen, en primer lugar, la habilitación de mas vías ciclistas tanto fuera como dentro de la calzada.
Pese a ello, la necesaria reforma de las vías públicas de nuestro país para dar cabida a un ciclismo mas seguro no se menciona entre las recomendaciones del estudio que, como de costumbre, se centran en el desarrollo de campañas informativas para publicitar normas de circulación que, por si solas, hace tiempo que se han mostrado del todo ineficaces para garantizar la seguridad de los ciclistas.
¿Hasta cuando la DGT, el Ministerio de Fomento y el Gobierno de España permanecerán sordos a las demandas de los ciclistas? ¿No somos los ciclistas los mejores expertos en lo que a nuestra seguridad vial respecta?
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