Llevo toda la mañana siguiendo "en directo" (a través de internet) y a través de los comentarios en las redes sociales de mis compañeros biciclistas urbanos la comparecencia de la Directora de la DGT en el Congreso de los Diputados para presentar el proyecto de reforma del Reglamento General de Circulación (RGC), cuyo punto mas conflictivo ha sido, sin duda, la posible obligatoriedad del casco para los ciclistas urbanos.
Ha sido una comparecencia hasta cierto punto esperanzadora. En el punto concreto de casco ciclista obligatorio, se ha comprometido a participar en una "ponencia" creada a tal efecto en el propio Congreso de los Diputados, lo que abre la puerta, por fin, a un diálogo sin imposiciones "a priori" sobre este punto. Cabe esperar que, en coherencia, o bien este punto concreto, o bien toda la reforma se aplace hasta que dicha ponencia termine sus trabajos. Lo contrario sería una tomadura de pelo hacia los srs. diputados, auque en estas cosas nunca se sabe.
Desde nuestro punto de vista como biciclistas, la creación de esta ponencia puede suponer la oportunidad de abrir un debate mucho mas amplio acerca de la promoción de la bicicleta como modo de transporte urbano, a imagen del que recientemente ha tenido lugar en el Parlamento Británico, en el que se inscribiría el propio debate del casco obligatorio (o no), desde la perspectiva de su impacto sobre la salud pública en general y no solo de sus efectos sobre la seguridad de los ciclistas a nivel particular.
Ha sido esperanzador que, por primera vez, le hayamos escuchado decir que el debate acerca del casco (obligatorio o no) es un debate totalmente diferente del debate acerca de las virtudes del casco como accesorio de protección individual. Hacer esta diferencia era esencial para tener un debate mínimamente serio sobre la obligatoriedad o no del casco, ya que los efectos de una ley de casco obligatorio van mucho mas allá de la seguridad individual de los ciclistas: creación de una imagen falsa de la bicicleta como vehículo "peligroso", reducción inducida del uso de la bicicleta, inseguridad del tráfico inducida por la menor presencia de ciclistas en las calles, empeoramiento de la salud pública inducida por unas menores tasas de ejercicio fisico, efectos medioambientales negativos de la mayor motorización inducida por el menor uso de la bicicleta, etc...
Ha sido una sorpresa (al menos para mí) oírle hablar de la próxima modificación de la Ley de Seguridad Vial. Hasta la fecha y pese a que ya se le había hecho notar que la obligatoriedad del casco ciclista implicaba una reforma de dicha Ley, no parece que hubiera ninguna intención de modificarla sustancialmente. Ahora parece que se anuncia esa intención, lo que implicaría un debate parlamentario. Lo que resulta desconcertante es que se haya anunciado dicha intención después de haberse redactado el borrador del Reglamento que, supuestamente, debería desarrollar tal Ley. Lo razonable hubiera sido modificar primero la Ley y luego el Reglamento. Esperemos que, al final, se imponga la lógica y las cosas se hagan en su debido orden, lo que implicaría dejar aparcada la reforma del Reglamento hasta que se haya modificado la Ley. En cualquier caso, ya es un avance que, al menos, se mencione este asunto.
Hubo pues muchas cosas positivas en la comparecencia: la promesa de abrir, por fin, un verdadero debate sobre el tema del casco obligatorio (o no), el reconocimiento de que dicho debate no puede plantearse a escondidas del Parlamento, plasmado en la intención de iniciar una reforma de la Ley de Seguridad Vial, o el reconocimiento de que el debate sobre la obligatoriedad o no del casco es sustancialmente distinto del debate acerca de las virtudes protectoras del casco como accesorio individual.
En la parte negativa, la ambigüedad que quedó flotando en el ambiente acerca de la posibilidad de que la reforma del Reglamento de Circulación se adelante a la reforma de la Ley de Seguridad Vial, algo absurdo desde cualquier punto de vista.
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